
En el marco del debate nacional sobre la reforma del Código de Familia, el exministro de Justicia, Mustapha Ramid, destacó en una publicación la importancia de abordar este asunto con un espíritu de responsabilidad y conciencia sobre el destino de las generaciones futuras. Ramid elogió el principio de oro afirmado por Su Majestad el Rey: “No hago lícito lo que está prohibido ni hago prohibido lo que es lícito”, subrayando que este principio constituye una base sólida para abordar cuestiones jurídicas y legislativas.
Ramid también afirmó que la presentación de las propuestas de enmienda al Consejo Superior de Ulemas refleja el respeto por las instituciones constitucionales y sus competencias. Sin embargo, advirtió sobre los desafíos asociados, especialmente la crisis demográfica revelada por los datos del censo general de población y vivienda de 2024. Este censo mostró una preocupante disminución en la tasa de fertilidad, que pasó del 2,5 % en 2004 al 1,97 % en 2024, amenazando la estabilidad demográfica del país. También se observó una disminución en el tamaño medio de los hogares, pasando de 5,3 miembros en 2004 a 3,9 miembros en 2024, junto con una desaceleración notable en la tasa de crecimiento demográfico.
Ramid consideró que estos indicadores alarmantes requieren un debate nacional amplio y respuestas claras por parte de los actores implicados. Expresó su preocupación de que las enmiendas propuestas puedan no tener en cuenta estos desafíos, lo que podría agravar aún más los indicadores demográficos.
El exministro recordó que el Código de Estatuto Personal de 1957 definía el matrimonio como un pacto destinado a “aumentar el número de la nación”, un aspecto ausente en el Código de Familia de 2004. Hoy, dos décadas después, Ramid cree que es hora de revisar las políticas familiares para servir los grandes intereses del país y fortalecer su estabilidad demográfica.
En conclusión, Ramid afirmó que la reforma del Código de Familia debe formar parte de una visión integral que tenga en cuenta los desafíos futuros. Hizo un llamado a la prudencia en la toma de decisiones finales, destacando que pensar en el futuro de Marruecos requiere una visión a largo plazo basada en la preservación de sus fundamentos esenciales y la proyección de los intereses de las generaciones venideras.